Mi abuela encontró a su amor perdido en una residencia de ancianos – El enorme secreto que le reveló puso su vida patas arriba

“Mia, querida, he vuelto a pensar en la residencia de ancianos”, dijo la abuela, con voz suave pero firme.

Dejé la taza, intentando ocultar mi tristeza. “Abuela, lo entiendo. Quieres estar con gente de tu edad, y te mereces disfrutar de tu tiempo sin preocuparte por nosotros”.

Sus ojos se suavizaron. “No es que no me guste estar con todos vosotros. Sólo creo que estaría bien tener amigos cerca y no sentir que soy una carga”.

“Nunca eres una carga, abuela”, dije, acercándome para cogerle la mano. “Pero si esto es lo que quieres, te apoyaré”.

Unas semanas más tarde, llegó el día. Fuimos a la residencia de ancianos, y ayudé a la abuela con el registro y la mudanza. El lugar era precioso, con jardines bien cuidados y un personal alegre.

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